Como si se tratara de un nuevo tsunami mundial, la guerra de Ucrania entró en la escena internacional de forma tan sorprendente como lo hizo la pandemia de hace dos años. Así, al igual que con el COVID 19, la inesperada invasión rusa tuvo un efecto arrollador en la ya inestable economía mundial. El efecto en las bolsas fue inmediato, especialmente en el bloque europeo, que completó su segunda mayor caída (4,6%) desde octubre de 2020, debido a sus estrechas relaciones comerciales energéticas con Rusia. En total, sólo durante los primeros días de la guerra, las bolsas mundiales tuvieron una caída acumulada del 8% hasta 2022.
Aunque el conflicto se ha limitado hasta ahora a Ucrania, lo cierto es que el impacto del cierre de las fronteras ucranianas -por la guerra- y rusas -por las sanciones- no se ha hecho esperar. Por un lado, la incertidumbre de una nueva recesión en Europa está latente, volatilizando los mercados bursátiles debido, en parte, al rápido aumento de los precios del petróleo, que por primera vez en años superó los 100 dólares por barril. Asimismo, según organismos internacionales como Naciones Unidas, el incremento de los precios de los alimentos será de entre el 8 y el 22% debido a que ambas naciones son potencias agrícolas en primer lugar, para productos como el trigo, el maíz, la colza, las pipas y el aceite de girasol, y a los mayores costes de transporte por el alto precio de los combustibles.
En conjunto, el ya prolongado conflicto militar y las sanciones económicas ponen de manifiesto una vez más los efectos adversos del conflicto en un mundo interconectado y sus efectos a nivel económico, político y social, sin duda la invasión iniciada el 24 de febrero de 2022, cambió la configuración del mundo tal y como lo habíamos conocido, un palo más al inmenso mar de incertidumbre de un periodo de inestabilidad que ya dura más de dos años. Los efectos a medio y largo plazo de la guerra en la economía mundial serán herederos de las decisiones que se tomen hoy en los mayores despachos del planeta Tierra.